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domingo, 20 de enero de 2013

La mujer extranjera y la violencia en Japón.


violence-domestic
 
Hasta hace algunos años, la ley no entraba al hogar. El maltrato hacia las mujeres no sólo era tolerado, sino incluso era parte de la vida común, trivializado como un problema aislado o permanecía completamente invisible, como secreto mantenido dentro de las paredes del seno familiar.

Ésta violencia se ha hecho extensiva no sólo hacia la mujer japonesa, sino también hacia las
mujeres extranjeras que en situación de matrimonio o noviazgo viven en el país, muchas de ellas
originarias de Latinoamérica, China, Indonesia y Korea, alejadas de sus familias o en situación
migratoria irregular.



La violencia más común es el maltrato físico.
Según el buró sobre violencia doméstica, el 15.5% de las mujeres en Japón ha sufrido violencia
física de parte de su esposo o novio. El 5.6% ha sufrido amenazas violentas de parte de su esposo
o novio, y el 9% ha sufrido cohersión sexual de parte de su esposo o novio. En total, 1 de cada 5
mujeres ha sufrido violencia física de uno o más de éstos tipos.
Las formas más típicas de violencia son: golpear, patear, lanzar, ahorcar, tirar un objeto, tirar
de cabello, apuntar con cuchillo de cocina, lanzar por la escalera, quemar con cigarrillo, no
dejar entrar en la casa, destruir y desechar lo precioso, lanzar insultos ante el público,
coaccionar el acto sexual aunque no lo desea, no colaborar en impedir la concepción, hacer ver
pornografía a la fuerza y tratar a la mujer como un instrumento, no cargar con los gastos para la
vida, impedir a la mujer trabajar fuera y ganar ingresos por cuenta propia, etc.
El 4.4% de las mujeres expresan que “han sentido sus vidas en peligro”, debido a ésta violencia de
su esposo o novio.
Las “Normas sociales”.
Tradicionalmente, la mujer japonesa enfrenta sus espectativas de matrimonio en base a la analogía
de “Pastel de navidad”. Las mujeres que no se han casado a la edad de 25, (como el pastel de
navidad), se convierten en objetos indeseables e inservibles para el matrimonio después de esa
fecha.
Por su parte, el divorcio es estigmatizado por la sociedad, debido a la importancia de extender la
familia y los roles de la mujer en el entorno familiar. La compatibilidad entre las familias juega
un importante papel en el matrimonio, especialmente si éste fué arreglado por sus padres. En caso
de divorcio, es común para una mujer primeramente consultar y tener la aprobación de la familia
antes de que ella decida divorciarse, en caso contrario permanece casada aún en las peores
circunstancias de maltrato y humillación.
Muchos casos de violencia involucran hombres con altos grados académicos o altos puestos, aunque
también puestos menores pero que exigen cierto grado de responsabilidad y poder, asociándose el
poder que tienen sobre la sociedad de la cual su esposa, como objeto manipulable forma parte. Esos
grupos representan hombres con conocimiento y poder, siendo las esposas controladas
financieramente por sus esposos, aislándolas de su familia y amigos y muchas veces incapaces de
buscar asistencia ó ayuda externa.

Hasta hace algunos años, el maltrato hacia la mujer era tolerado por la sociedad tradicional, razgo que aún persiste. A manera satírica, el carácter violento es usado en programas cómicos de TV.
En la escena, “Ganko Ittetsu” personifica ese razgo de la sociedad japonesa.
La mujer japonesa actual.
En el Japón actual, la proporción de mujeres universitarias se ha incrementado gradualmente y la
brecha entre hombres y mujeres se ha reducido, lo que ha propiciado que las mujeres no sean
dependientes de sus esposos.
La proporción de divorcios han aumentado del 3.1 % en 1947 a más de 20% en 2000. En 1970, la
duración de un matrimonio al divorcio era de 6.8 años, entanto que a finales de los 90s alcanzó
los 10 años, lo que indica que más parejas con muchos años de casados están optando por el
divorcio.
En la actualidad, el promedio de matrimonio en la mujer japonesa es a los 27 años (y aumentando).
En 1980, el 80% de las mujeres a los 28 años eran casadas. Ahora, el 55% lo son. Cerca de 7
millones de mujeres solteras mayores de 25 años viven en casa de sus padres, y trabajan ayudando
el gasto familiar, prefiriendo tener una vida de soltería con ciertos lujos (ropa, accesorios) a
vivir una vida en matrimonio. Además, el estilo de “citas”, común en USA , no les agrada, por lo
que mantienen una vida social centrada en el trabajo, la escuela y la familia primaria. Raramente
se dispone de tiempo para socializar y conocer gente, y en pocas ocasiones se vé a hombres y
mujeres comer juntos, excepto en algunas festividades. La mujer japonesa moderna vive entonces su
vida en solitario, siguiendo la alegría que los medios materiales, su vestimenta y su trabajo le
pueden proporcionar.
La mujer extranjera (que vive en Japón), en condición de maltrato.
Es relativamente fácil para una mujer japonesa encontrar un lugar para vivir. La mujer extranjera
en condición de maltrato, por el contrario se tiene que enfrentar a una inmensa cantidad de problemas. Muchas de
esas mujeres tienen visas caducadas y se encuentran en indefensión hacia sus abusivos esposos
japoneses. Una mujer Americana tenía 3 niños con su esposo japonés, y fué arrojada de su hogar por
su esposo. Se le encontró golpeada y durmiendo en un parque, después de 2 años de andar vagando
sin hogar. Ella tenía una visa de residente permanente por su matrimonio, pero su esposo se negó
a darle ayuda.
El 50% de las mujeres apoyadas por ONGs (Organizaciones No-Gubernamentales) como HELP! y el CCM
(Centro de Consulta para Mujeres), han escapado de la violencia doméstica. Durante el proceso de
divorcio forzado, las mujeres apoyadas por éstas ONGs son perseguidas y humilladas por sus
esposos, obligándolas a vivir escondiéndose.
Pero los problemas para la mujer extranjera incluyen

además problemas financieros, búsqueda de apartamento, trabajo, regularización de visas y
educación de los hijos (mid-japanese). Otras mujeres extranjeras aún en situación de noviazgo al
ser víctimas de la violencia han optado por el suicidio o por el regresar a sus países, proceso
que algunas veces no es posible por el alto costo, o por miedo a enfrentar las leyes migratorias.
Las leyes y organizaciones de ayuda para las mujeres extranjeras.
En abril de 2001, se creó la primer ley contra la violencia familiar, formándose el Comité
Especialista en Violencia Contra la Mujer. Éste comité, supervisado por el Consejo para la
Equidad de Género, conduce estudios sobre posibles medidas presentes y futuras para combatir la
violencia, crímenes sexuales, explotación sexual y comportamiento de acecho (hombres que persiguen
mujeres).
Se creó la Ley para la Prevención de la Violencia a la Esposa y la protección de Víctimas, la
primera ley de éste tipo en su historia. La ley otorga protección, al prohibir el acercamiento y
obligar al esposo a desocupar el domicilio. La mujer extranjera sin embargo, entra en otras
prerrogativas, pues su condición legal en el país le impide ejercer muchos de sus derechos, por lo
que se vé en condiciones más difíciles de indefensión

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